Un psicólogo defiende que varios fenómenos bioquímicos, si se producen en cierto orden, en el momento y lugar adecuados, pueden dar lugar al amor que se considera "verdadero".
La química del amor no es una sino varias, y cada una desempeña un papel concreto e irreemplazable en el desarrollo de una relación sentimental de pareja, según se desprende de los conceptos sostenidos por Mark B. Kristal, profesor de Psicología en la Universidad de Buffalo. Parece ser que una serie de diversos procesos neuroquímicos y estímulos externos tienen que incidir en el punto adecuado y la secuencia correcta para que alguien se enamore.
Primero, es el olor, una percepción apoyada en preferencias culturales a menudo fruto del aprendizaje, tales como el aroma que proviene de una docena de rosas rojas. "El olor forma parte del marco de referencia que conforma estándares culturales de atracción, como por ejemplo, el que hace más atrayente oler a fresas en lugar de a moho", explica Kristal.
Después, participan las feromonas, que resultan ser una química más misteriosa para nosotros, los seres humanos. Hay señales desconocidas, y quizás sin olor, que llegan al cerebro a través del sistema olfativo. Pueden funcionar para el sexo, la alarma, la territorialidad, la agresión, y el miedo. Aunque las feromonas de la atracción sexual pueden explicar cambios en la libido, no explican por qué elegimos a una persona específica como pareja.
"En los seres humanos, los compañeros sentimentales específicos son probablemente elegidos con arreglo a otras señales sensoriales, basadas en rasgos visuales, olfativos, auditivos y táctiles", apunta Kristal. Y estas señales, especialmente el olor, se fortalecen con el tiempo. Después de un cierto tiempo de vinculación afectiva, los miembros de la pareja pueden ser más reconocibles el uno para el otro a través del olor que por las feromonas. Los estudios demuestran que muchas personas pueden reconocer por el olor qué camisetas sin lavar han sido llevadas por su pareja.
Y también está el papel del cerebro, que produce sus propias sustancias implicadas en el vínculo afectivo. Kristal subraya que hay dos péptidos, vasopresina y oxitocina, para los que se ha demostrado su implicación en el vínculo social a largo plazo o "permanente" que subyace en la unión estable entre dos personas enamoradas la una de la otra. El neurotransmisor dopamina, en una parte específica del cerebro, está ciertamente implicado en los rasgos gratificantes del amor y del sexo.
Información adicional en:
http://www.buffalo.edu/news/fast-execute.cgi/article-page.html?article=84250009