Empleando los desechos de las mazorcas de maíz como material de partida, unos investigadores han creado briquetas de carbono con complejos nanoporos capaces de almacenar el gas natural con una densidad inaudita de 180 veces su propio volumen y a un séptimo de la presión de los tanques de gas natural convencionales.
El descubrimiento es un significativo paso adelante en el esfuerzo por lograr que más automóviles utilicen el metano, un combustible abundante en EE.UU. y otros países, producido
domésticamente en ellos, y cuya combustión es más limpia que la de la gasolina.
Esta tecnología fue desarrollada por investigadores de la Universidad de Missouri-Columbia (MU) y del Instituto de Investigaciones del Medio Oeste (MRI) en la ciudad de Kansas. La tecnología ha sido instalada en un dispositivo de experimentación sobre una furgoneta usada regularmente por la Oficina de Calidad Medioambiental de la Ciudad de Kansas.
Estas briquetas constituyen la primera tecnología en alcanzar el objetivo fijado por el Departamento Estadounidense de Energía en el año 2000, de almacenamiento de volúmenes de gas con una densidad de 180 veces su volumen, una meta largamente perseguida por el director principal del proyecto, Peter Pfeifer, de la MU.
Este descubrimiento es muy importante porque puede llevar a la construcción de un tanque plano compacto que encajaría bajo el piso de un vehículo de pasajeros. Esa tecnología haría al
gas natural un combustible alternativo ampliamente atractivo para su uso en transporte.
Según Pfeifer, la ausencia de un tanque plano ha sido la razón principal por la que el gas natural, cuyo costo resulta significativamente menor que el de la gasolina y el diesel, y produce una combustión más limpia, todavía no se use ampliamente como combustible en la automoción.
Los sistemas normales de almacenamiento de gas natural emplean voluminosos tanques de alta presión que pueden ocupar el espacio de todo el maletero del automóvil. Las briquetas o aglomerados de carbono contienen redes de poros y cauces que pueden contener el metano a una densidad alta sin el coste de la extrema compresión, almacenando finalmente el combustible a la presión típica de las tuberías de gas natural.
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